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El Fruto Que Cristo Espera Recoger A Su Regreso, Marcos Moraes

15/04/2021

El Fruto Que Cristo Espera Recoger A Su Regreso, Marcos Moraes

Segundo mensaje de la serie de Marcos Moraes acerca de la segunda venida de Cristo, ofrecida en Enero de 2017 durante un retiro de Jóvenes en Kiam Te, Cacheuta, Provincia de Mendoza

Traducción y Transcripción: Debi Espínola

El Leer Muchos Libros

Tengo aquí conmigo muchas notas: las que tenía en mi Biblia en portugués, las que tengo en el resumen que hice para poder transmitirles acá, y las que comencé a colocar en la nueva Biblia en español que me regalaron. Espero no confundirme con tantas notas por todos lados.

Queridos, antes de cualquier pregunta quería comentar dos o tres cosas. Uno de ustedes mencionó que ayer dije, que usábamos solo la Biblia, las rodillas y la comunión. Quiero ser honesto, y aclarar que después de que el cuadro estuvo bastante armado y con gran certeza de lo que el Señor nos estaba revelando, ahí sí, nos permitimos mirar algunos libros.

El hermano Watchmann Nee estaba comenzando a ser muy famoso en Brasil hace tiempo, y todos en la iglesia leían sus libros. Mi discipulador me dijo: “Tú no lo vas a leer, lo vas a resumir capitulo por capitulo”. Así me enseñaban a estudiar los libros, no solo la Biblia.

Cuando llegó Iván a mi casa, yo estaba leyendo uno de sus libros. Cuando no estaba con Iván, estaba con el libro. Un día él me preguntó si estaba aprendiendo mucho al leerlo, pero yo no supe qué contestar, porque la verdad era que no. Entonces me contó que cuando su papá murió, le había heredado una gran biblioteca, y preguntó a Dios qué hacer con todo eso. Dios le puso en el corazón cerrar la puerta con llave y perderla. Inmediatamente entendí que Dios me estaba hablando, y dejé de leer libros, totalmente. Lo único que hice con ellos en treinta años fue elegir de cuáles me iba a deshacer cada año. Así mi biblioteca fue disminuyendo, y durante esos años no leí más que cuatro o cinco libros, con la certeza de que habían sido indicados por el Señor. Esto me hizo muy bien, porque muchos libros confunden, sobre todo al principio de la fe, cuando no tenemos tanto conocimiento para discernir y filtrar lo bueno de lo no tan bueno.

Algunos se asustan porque me ven ahora leyendo algunos libros. Pero son cuatro o cinco nada más, que estoy leyendo al mismo tiempo, siempre con ese mismo sentir, de que Dios me mandó leerlos. No digo que ahora hay que leer todos los libros que existen, no me malinterpreten.

Consulté con los hermanos  de Argentina qué les parece David Pawson, un hermano de Inglaterra cuya enseñanza me impresionó muchísimo. No encontré nada de lo que él enseña que me hiciera cambiar algo de lo que aprendimos con Iván durante cuarenta años, nada. Al contrario, encontré confirmación y una forma diferente de decir muchas de las mismas cosas. Por ejemplo, él dice que el Sermón del Monte encierra la historia central, y esto es lo mismo que aprendimos con Iván muchos años atrás.

Yo antes no entendía por qué, en sus últimos años, Iván insistía con la venida del Señor, y con que había que cuidar la salvación, porque se podía perder. Yo creía en ese entonces que, al ser discípulos y tener el Evangelio del Reino, no debíamos preocuparnos más. Realmente yo no entendía, pero hoy es distinto. Ahora estoy, como Iván, hablando de la venida del Señor, y pidiendo que por favor cuiden su salvación. “Ocupaos de vuestra salvación”, como dice Pablo en Filipenses.

Después descubrimos el único cambio, que es el tema de Lucas 21 y Mateo 24. Hay un cambio que también confirmamos en lo que dice Pawson. Cuando lo leí casi no lo creía, porque yo pensaba que nuestro grupo era el único que pensaba así. Entonces estoy manejando tres o cuatro libros, pero todo viene como confirmación de lo que el Señor nos dio cuando estábamos orando, y solamente leyendo la Biblia.

El cambio se refiere a que hasta hace uno o dos años atrás, entendíamos que lo que estaba más claro era Lucas 21. Algunos estuvieron con Iván y lo escucharon hablar mucho de esto; también me oyeron confirmando y subrayando lo que él enseñaba. Tal vez los que estuvieron más en contacto con estas enseñanzas, tengan preguntas al respecto. Con ellos nos podríamos reunir en algún momento aparte, ya que son la minoría.

El Correcto Lugar de la Caída de Jerusalén en el Año 70

Antes de las preguntas, pido que abran Lucas 19:28 en adelante.

El tema es la entrada triunfal de Jesús, lo mismo que vimos ayer. Cuando vemos el versículo 45, se describe lo que hizo Jesús en el templo, pero lo que leemos del 41 al 44 no está en Mateo.

Mateo habla de la multitud recibiendo a Jesús, después ya entrando a Jerusalén, y la conmoción que se ve en Jesús está al final del cap. 22. Es otro momento. Entonces acá tenemos un evento que Mateo no registró. Vamos a leerlo otra vez:

“ Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.”

Leímos esto ayer, y tenemos que leer los siguientes versículos, porque Jesús muestra su pesar por la incapacidad de Israel para saber lo que era necesario para su paz.

La traducción en portugués dice: “si aún ahora lo conocieras”. Jesús se lamenta porque ellos no lo conocen, y dice:

“Mas ahora está encubierto de tus ojos.”

Aparece aquí una pregunta:

¿Habrá algún momento en que sus ojos serán abiertos? Porque dice ahora está encubierto de tus ojos”. Pero ¿qué pasará más adelante?  Esta pregunta podría hacerse en dos partes:

  1. Los que vienen después, ¿no son los judíos que se convierten y forman parte de la Iglesia?
  2. Si habrá alguna revelación para ellos, ¿serían estos los que vienen a la Iglesia, o hay algo más de Dios preparado para el pueblo Judío? ¿O fue completamente desechado por toda la eternidad?

Estas son las preguntas que pretendemos contestar mañana con respecto al futuro de Israel y de la Iglesia.

Aquí Jesús va a profetizar con respecto a Jerusalén:

“ Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación”(Luc.19)

Aquí está lo que creemos es la profecía que se refiere al sitio del General Tito en 70 D.C. sobre Jerusalén. Pero no alcanza solamente con decir que la profecía de Lucas 21 no se refiere básicamente a esto, sino que necesitamos decir dónde está profetizada la caída de Jerusalén en el año 70 d.C. Está aquí, en Lucas 19.

Preguntas De La Audiencia

¿Alguien quisiera comenzar con las preguntas?

Las reglas para las preguntas son sencillas. Cuando no hay preguntas, hay dos opciones: todos están entendiendo todo, ¡o nadie entendió nada!

Pregunta: – Con respecto a Lucas 21, que dice “si conocieras lo que te traería la paz” y se lamenta, yo me preguntaba si Jesús se refería a la paz de su muerte por los pecados o si también se refería a la paz con Roma que evitaría que la ciudad fuera destruida. Porque sabemos que era necesario que Él muriera, pero ellos no lo entendían en ese momento. Entonces, si ellos lo hubiesen recibido, ¿la muerte de Jesús hubiese venido directamente por los romanos? ¿Podría haberse evitado la destrucción de Jerusalén si hubiese sido así?

Respuesta: –  Esta pregunta es fácil de responder: yo no sé. Discernir lo que hubiese ocurrido si no pasaba lo que pasó, sería muy difícil.

Pregunta: – ¿Podían los judíos haber recibido a Jesús y aun así darle muerte? ¿O era necesario que lo rechazaran?

Respuesta: – No sé, estos son misterios de Dios. Lo que está claro es que el rechazo de ellos está profetizado. Hay mucha profecía en el  A.T diciendo que Israel iba a proceder de esa manera.

Si tomamos la primera parte de tu pregunta, lo que Jesús lamentaba era que ellos no supieran ni percibieran que el Mesías debía padecer, y qué era necesario para tener paz. La paz no era solamente ser libres de Roma, la paz que Dios tiene para su pueblo es mucho más amplia, permanente, duradera y profunda. Ellos no lo entendían justamente porque tenían sus ojos en ser liberados del dominio de Roma. Porque las profecías del Mesías Sufriente en el A.T. son muchas menos que las del Mesías Victorioso, y están casi “escondidas”. Son profecías que indican una guerra, y que Él viene para luchar por Israel. El Mesías que ellos esperan es un guerrero que extermina las naciones enemigas alrededor de Israel. Hay algunas profecías en las que dice de sí mismo que sus vestiduras están manchadas con sangre. Ellos tenían esto en mente, y como siempre fueron esclavos, no querían ser esclavos de Jehová. Es como ocurre hoy, no existe la libertad como los filósofos la quieren presentar. En esta tierra solamente existen hombres y mujeres esclavos. Todos son esclavos. Nacen esclavos del pecado, y hay una sola manera de ser libres: ser esclavos de Cristo. Ahí descubren la verdadera libertad. Ellos no querían sujetarse a Dios, por eso Él permitía que las naciones los subyugaran.

Pregunta: – Con respecto a los labradores malvados, en Mateo 21 dice que el señor de la viña envía a sus siervos y después a su hijo para recibir los frutos de la viña. Después dice que este señor les quita la viña y la da a otros que produzcan los frutos del reino. “Por tanto os digo que el Reino de Dios será quitado de vosotros y será dado a gente que produzca los frutos de Él”.

¿Cuáles son los frutos del Reino de Dios en esta parábola?

Respuesta: –  Hacer reglas muy rígidas, de definiciones, de cosas, muchas veces produce un entendimiento muy estrecho. No todo en la Biblia es matemático. Hay una matemática increíble en la Biblia, pero no todo es así. Quiero insistir en que cuando estudien la Palabra de Dios, estén siempre buscando contexto. Como decía Iván: Texto fuera del contexto es pretexto.

La palabra “fruto” puede modificar su significado dependiendo del contexto; entonces voy a hablar del fruto como lo veo acá (en este contexto), y un poco también de cómo lo veo en la Biblia (en general).

En el contexto de las parábolas, la primera tiene que ver con obediencia. Porque el hijo rebelde no hizo la voluntad del padre. La pregunta de Jesús en Mateo 21:31 es ¿cuál de los dos hizo la voluntad del Padre? En esta parábola, el fruto sería hacer la voluntad de Dios.

Si vamos a la parábola de las bodas, el fruto se refleja distinto. Es como un desprecio de la invitación. Leamos:

“Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo;  y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir.” (Mat.22:1-3)

Ahí está la mala actitud. El vers. 4 muestra brevemente algo muy grande en las Escrituras, que es la insistencia de Dios. Es necesario entender que llega un momento en que Dios no insiste más. Pero primero tenemos que ver cuánto insiste, y aquí está:

“Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas. Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos.”

A Israel le gustaba tener el status de hijos de Abraham. Lo que rechazaban no era ese status, sino la vida verdadera con Dios. En este escenario hay desobediencia, desprecio. Pero aprovechando la pregunta, nos podríamos extender un poquito más.

¿Qué Significa “Llevar Fruto”?

En Salvador descubrimos una pequeña desviación del tema del fruto, que yo no imaginaba; pero cuando lo vi, me espanté. Estaban todos los pastores diciendo que fruto significa solo una cosa: traer gente a la Iglesia. De manera que quien trajo a alguien, tiene fruto; y quien no ganó a nadie, no lo tiene.

Algunas veces Iván podía dar una idea así cuando hablaba, pero nosotros sabemos que no era así. Él insistía en la predicación del evangelio y en ganar a otros, y lo llamaba correctamente fruto, porque lo es. Pero fruto no es ganar a otros solamente. Es mucho más amplio. Entonces se hizo necesario definirlo en términos de lo que dice la Biblia, y no de una fórmula. ¿Qué dice la Biblia?

Yo encuentro tres referencias para comprobar lo que voy a decir sobre el fruto:

1°) No se trata del fruto del Espíritu. ¿Por qué? Es muy sencillo: por el lenguaje.

En Gálatas 5 dice que el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.

2°) En Juan 15:16 Jesús dice:

“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca…”

Acá comenzamos con el lenguaje. Gál. 5: el fruto del Espíritu; Juan 15:16: vuestro fruto. Tenemos bases para creer que son cosas distintas. Vamos a hablar más en los últimos días del retiro, cuando abordemos la parábola de los talentos. Pero aquí tomamos solamente una cosa: El Señor da dones, capacidades, gracia, poder, vida. Las personas en la Iglesia no tienen todo en la misma medida. Algunos tienen uno, otros dos, otros cinco. Lo único seguro es que todos reciben talentos. No hay nadie en la Iglesia que no haya recibido talentos de parte de Dios, que serían los dones y el Espíritu Santo, que está lleno de todo.

Entonces, al final viene este inversor (Dios es un inversor), que llega y dice a su empleado: ¿-Qué me das? ¿Qué tienes para mi? Si le respondemos:  -Ah! Señor, te doy alegría, bondad, fidelidad…- ¿Que va a decir el Señor? – ¿Me estás devolviendo lo que yo te di? Yo no vine a buscar eso. Yo quiero saber qué ganaste con lo que yo te di. ¿Dónde está la ganancia?

Está muy claro que el Señor no quiere que le devolvamos lo mismo que nos dio. Debería encontrar algo más, que sería “vuestro fruto”.

3°) Este texto es más fuerte aún. Al final de la parábola del Sembrador, Jesús habla de la semilla que cayó en buena tierra, de lo que le sucede.

“Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.” Mateo 13:23

Tenemos en el primer punto una diferencia de lenguaje; en el segundo, la parábola de los talentos: Dios viene a buscar la ganancia. Y en este tercer punto, tenemos a Jesús diciendo que el que da fruto multiplica, produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno. Lo cual tiene que involucrar a la gente del mundo. No hay cómo no involucrarla.

En Salvador entendimos con Mario, hace muchos años, que la mejor forma de expresar el significado de estos textos es la multiplicación de la vida de Cristo. Él es la vid verdadera que tiene que crecer. ¿Cuál es nuestra participación? Es andar en el Espíritu, y que su fruto crezca en nuestra vida. Si andamos así, los que están cerca van a ser, de alguna manera, influenciados. Algo va a sucederles por vivir conmigo y contigo. Cuando el amor, la alegría y la fe aparecen en tu vida, es fruto del Espíritu. Cuando ese fruto del Espíritu produce algo en otros, es tu fruto.

Lo que se produce en otras personas no es tan fácil de medir, pero lo que es fácil de medir es cuando no hay ningún fruto. La gente se mira y no tiene nada. Toda la influencia que tiene es para él mismo, o sea, nada.

Pregunta: – ¿Se puede entender como fruto lo que se genera dentro de la misma Iglesia? El fruto del Espíritu de otra persona produce en mí una mayor vida de Cristo. ¿Se puede tomar la edificación del cuerpo también como fruto?

Respuesta: -Totalmente. Imagínense qué fácil es dar fruto estando en casa. Por ejemplo, llega el esposo que tuvo un problema serio ese día en el trabajo, congestionamiento en el tránsito, se siente totalmente desanimado, y además tiene una reunión a la noche. Se pregunta desesperanzado: “¿Qué voy a hacer con tanta carne que se está manifestando?” La esposa con sabiduría y discernimiento de espíritu, le dice: “-Querido, ven aquí que tengo una cosa importante.” Y lo lleva al sofá para hacerle un masaje y ayudarlo a calmarse.

Es sencillo, lo mismo ocurre con la familia, con la esposa, con los hijos, todo tiene que ser fruto. Es imposible que aparezca nuestro fruto sin que nosotros manifestemos el fruto del Espíritu.

También puede aparecer un fruto que no viene del Espíritu, pero después reconocemos que fue nuestro, y no de Dios. Como sucedió con Moody, un predicador norteamericano muy famoso, que en la calle se encontró con un borracho que lo miró y le dijo “– Tú eres Moody, yo soy uno de tus convertidos.” Moody le responde: “- Con razón, tú eres uno de los míos, si fueras convertido de Jesús, no serías borracho.” Lo máximo que yo puedo producir es eso. Eso es un fruto mío.

Pregunta: – En Mateo 7:15 en adelante habla de que los falsos profetas también se conocerán por los frutos. ¿Cuáles son esos frutos que deberíamos identificar para no confundirnos?

Respuesta: – Allí hay otra ley, Jesús está diciendo “No vas a encontrar una naranja en un cactus, no se puede. El cactus solamente da espinos.”

Es importante el tema de los falsos profetas en la venida del Señor. Vamos a ver de qué habla el pasaje del cual se desprende esta pregunta:

“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?” Mateo 7: 15-16

Pienso que también es sencillo. Cuanto más conocemos a Dios y las Escrituras, más capacitados estamos para ver si alguien trae una palabra que no viene de Dios. Cada vez es más fácil. Algunos con sólo cinco segundos se nota que están hablando tonterías. Pero no siempre es así, y principalmente al comienzo de nuestra fe hay muchas cosas que no tenemos claras. Jesús les está dando una ayuda. Él dice: si escuchando lo que dicen no te das cuenta, mirá la vida de ellos, porque si son mis profetas, van a tener una vida acorde.

En el vers.16 Jesús comienza de la misma manera que en Mateo 24: “Mirad que nadie os engañe”. Y dice que vamos a tener situaciones difíciles porque ellos se visten de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Jesús reconoce que esta gente tiene poder de engañar, y está enseñando a sus pequeños a discernir. Dice que es a través de los frutos, la vida, si hay coherencia. Ayer veíamos que Jesús condenó a los fariseos por incoherentes. Dicen una cosa y hacen otra, ponen pesos sobre las personas que ellos ni con un dedo quieren llevar. Jesús nos mandó a mirar la vida.

Cuando Mario y yo nos convertimos, sufrimos un poco, aunque después nos reíamos con las historias que se contaban. Porque nos convertimos en un contexto en el que había de todo: metodistas, luteranos, bautistas, pentecostales. Algunos profetizaban, y muchos de los pastores no conocían nada de eso. Mi papá por ejemplo, viniendo de la iglesia metodista, nunca había oído nada acerca del Espíritu Santo, los dones, etc. Con el tiempo, fuimos descubriendo quiénes eran y quienes no eran, y de a poco estos se fueron yendo. En ese tiempo fue la primera lección que Moacir, nuestro primer discipulador en Porto Alegre, nos dio. Había muchos pentecostales que salían por todos lados, y al volver contaban muchas historias, cada una más fantástica que la anterior. El que oía, no sabía si creer o no lo que escuchaba. Moacir me dijo: “No te preocupes, al compararlos con Pablo se te terminará el problema. Ellos cuentan historias de muchas sanidades, y mueven la reunión con estas historias. Pero Pablo no contaba ninguna historia, él pedía que vinieran los enfermos, y todo sucedía allí frente a la gente. Pablo y Pedro trabajaban así, no andaban relatando milagros.” Poco a poco, se va aprendiendo a discernir estas cosas.

Comentario de D.D.: – Hay que mirar el contexto. Jesús acaba de decir: “Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplio el camino que lleva a la perdición, pero estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida eterna, y pocos son los que la hallan”.

La puerta estrecha no está ahí adelante junto a la ancha, no. La realidad es que la tenés que buscar, y la tenés que encontrar. Y continúa diciendo:

“-Guardaos de los falsos profetas”. Nosotros tenemos la Biblia con títulos y versículos, pero lo que continúa diciendo es esto. Y los judíos sabían quiénes eran los falsos profetas. Eran hombres que decían: Paz, paz, cuando no había paz; engañando al pueblo de Israel, y diciendo que todo estaba bien. Los falsos profetas que menciona Mateo (para mí, profetizando a la Iglesia) son los que hoy te dicen: -“No, la puerta no es tan estrecha, no exageres. Dios es un Dios de misericordia y pueden entrar muchos más.” Cada uno saque su conclusión.

Pregunta: – Jesús plantea que Israel no dio frutos, entonces les va a quitar el Reino y se lo va a dar a otros que sí produzcan. Siendo que Jesús reveló al Padre, mostrando quién y cómo es Él, los judíos, ¿podrían haber producido frutos del Reino? ¿Eran sólo los fariseos los que estaban equivocados, o todo el pueblo judío? ¿Cuál es la base para que Jesús les reclame fruto de ese Reino?

Respuesta: – Tenemos ya una idea, pero no sabemos bien cómo ubicar en ella a hombres santos como Enoc, Moisés, Samuel, Elías… Hubo hombres fieles en aquella época, y muchos muy fieles. Por supuesto no tenían la misma demanda  de fruto que vino con la nueva alianza, pero que estaban todos “completamente incapacitados” es una idea más teológica que una realidad, porque la realidad es que muchos fueron fieles.

Por ejemplo, ¿quién fue la primera persona que discernió que Jesús era el Mesías? Fue Simeón. ¿Qué dice la Biblia de él? No dice que era sacerdote, ni rey. Era un hombre lleno del Espíritu. Sí, había condiciones, pero no para practicar el Sermón del Monte, Dios no les estaba exigiendo eso. Lo que Dios exigía en aquel tiempo, muchísimos lo cumplieron. Otro ejemplo es Daniel. ¿Cómo podríamos medirnos con él? No podríamos. Algo sí tuvieron que haber vislumbrado estos hombres del Mesías. No olvidemos que la salvación y la participación de los judíos en el Reino no era por derecho de nacimiento, sino por creer en el Mesías. La diferencia entre ellos y nosotros es que nosotros miramos al pasado para reconocer al Mesías, y ellos miraban al futuro.

¿Cómo se comprobó que Jesús era el Mesías? ¿De dónde vinieron las pruebas? No fue de los milagros, sino que Él las mostró a los dos discípulos en el camino a Emaús, usando a Moisés y las profecías sobre Él. Estos hombres tenían la promesa del Mesías y ponían los ojos en su promesa. Y tuvieron gracia para dar el fruto que debían dar. En la Biblia tenemos registros de muchos que agradaron a Dios dando fruto, pero tal vez hayan sido muchos más.

Comentario de G.L.: –  Dice Hebreos 11:13

“Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.” Y Hebreos 11:38

“de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.” “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”. Hebreos 12: 1

Respuesta: –  Dios levantaba profetas para que evangelizaran al pueblo, y el pueblo los mataba. Jesús lo dijo. Principalmente los líderes del sistema religioso los rechazaban. Este texto es muy fuerte y confirma lo que estamos diciendo.