La nueva comprensión del propósito eterno de Dios revolucionó el entendimiento del nacimiento cristiano y la palabra “discípulo”. El nuevo nacimiento implica un nuevo corazón capaz de ser manso y humilde, y estos factores son determinantes para que el discípulo pueda aprender del Espíritu Santo mediante la acción ineludible de los relacionamientos en la iglesia. Buenos Aires 1973.
Suguiendo las pisadas de Cristo