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LA ESPIRITUALIDAD EN EL MATRIMONIO (Parte II), Giovanni Traettino.

08/05/2014

LA ESPIRITUALIDAD EN EL MATRIMONIO (Parte II), Giovanni Traettino.

TraettinoEl fundamento de Dios permanece firme. Sin el fundamento de Dios todo se cae. Por lo tanto es muy importante colocar ese fundamento de Dios en toda nuestra comprensión de la vida, y sobre todos los aspectos importantes de nuestra existencia.

El matrimonio no es una invención social, antes de ser un invento cultural o social es una invención de Dios. Tiene su fundamento en Dios y en la naturaleza de Dios. No solo la persona ha sido hecha a imagen y semejanza de Dios, sino también la comunidad. Ambas tienen sus raíces en Dios. La persona y la comunidad son el don de Dios para el mundo. La persona y la comunidad tienen su fundamentación en Dios. Cuando digo comunidad me refiero a la primera comunidad que es la familia y lo que viene después, los otros agregados sociales. 

ENCUENTRO PARA PASTORES Y ESPOSAS            

Buenos Aires, Viernes 28 de marzo de 2014

Mensaje de GIOVANNI TRAETTINO

 

LA ESPIRITUALIDAD EN EL MATRIMONIO

(Parte II)

 

Introducción

El fundamento de Dios permanece firme. Sin el fundamento de Dios todo se cae. Por lo tanto es muy importante colocar ese fundamento de Dios en toda nuestra comprensión de la vida, y sobre todos los aspectos importantes de nuestra existencia.

El matrimonio no es una invención social, antes de ser un invento cultural o social es una invención de Dios. Tiene su fundamento en Dios y en la naturaleza de Dios. No solo la persona ha sido hecha a imagen y semejanza de Dios, sino también la comunidad. Ambas tienen sus raíces en Dios. La persona y la comunidad son el don de Dios para el mundo. La persona y la comunidad tienen su fundamentación en Dios. Cuando digo comunidad me refiero a la primera comunidad que es la familia y lo que viene después, los otros agregados sociales.

La iglesia tiene su fundamentación en Dios. Uno de los padres de la iglesia ha dicho que la Trinidad es la iglesia antes de la iglesia. La raíz de la familia está en la Trinidad. Las raíces de la iglesia están en la Trinidad. La familia es a imagen de la Trinidad y la iglesia es a imagen de la Trinidad. Por lo tanto construir la imagen de la Trinidad en la familia y la comunidad es construir en el tiempo y en el espacio.

En Génesis está el origen de todo, de la persona, de la familia, de la Trinidad y de la iglesia. Cuando comprendemos cuáles son sus raíces, ella misma toma envergadura.

Uno de de los problemas del mundo evangélico es que nos concentramos sobre la persona y no sobre la comunidad. En el individuo  y no en la koinonia. Es muy importante que nosotros veamos que esta visión es muy parcial y que aprueba, de alguna manera, la fragmentación que vemos en el mundo evangélico porque es una visión parcial. También el mundo occidental sufre este problema. Las raíces de esta manera de pensar presente en el mundo occidental tienen esa visión parcial del asunto.

 

  1. La clave del matrimonio: activar la vida de Dios en cada cónyuge

Efesios 3.14-21

Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.

Esta es una página magistral sobre la familia. Solo el apóstol Pablo podía escribirla y lograr con tan pocas frases tanta intensidad espiritual y teológica.

Quiero recordar la modalidad por la que es posible activar la vida de Dios en el matrimonio.

En el versículo 16b dice: “conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu”.

Por lo tanto para ser fortalecidos debemos procurar las riquezas de su gloria. ¿Cuál es la riqueza de su gloria?

Me gustaría que consideráramos un momento el significado del término gloria. Porque la gloria es un elemento que está al alcance nuestro, a nuestra disposición para ser fortalecidos. La palabra gloria, en su significado original, tiene que ver con algo que tiene peso, que es el peso de Dios. El peso de la revelación de Dios, el peso del contenido de Dios, de la esencia de Dios.

Hace un tiempo atrás me ha impactado el pasaje de Juan 17.22: La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.

La gloria nos es dada con la finalidad de alcanzar la unidad. ¿Y qué es esta gloria? Esta gloria es la que nos permite progresar en la unidad, crecer en la unidad, funcionar como instrumentos de reconciliación y sanidad.

Juan 12.23 señala: Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.

Me ha impactado la relación entre gloria, glorificación y el grano de trigo que cae en tierra, porque el que ama su vida la perderá.

En Juan 12.27 se ve con claridad que la glorificación y la gloria tienen que ver con la humillación, con la muerte a uno mismo. Si yo no muero a mí mismo, sino caigo en la tierra para morir, mi destino es la soledad.

Pero si quiero construir la unidad, el camino a recorrer es el camino de la gloria de Cristo, y la gloria de Cristo está en caer a tierra y morir en la cruz. Esta es la gloria que nos ha sido dada. Como señala Filipenses 2.

El camino hacia la unidad, el camino hacia la reconciliación, el camino hacia la sanidad en las relaciones, es la gloria de Cristo. Sin la gloria de Cristo no hay unidad en la vida del matrimonio, no hay unidad en la comunidad local, no hay unidad en la vida de relación entre las iglesias. Es un aspecto estratégico del planteo de Dios.

En la tradición pentecostal y carismática se asocia el concepto de gloria al concepto de potencia, de poder. Se lo define como un poder extraordinario, sobrenatural, de manifestaciones visibles que tienen el fin de conquistar. En algunas situaciones hay mucho más poder en el retirarse que en el avanzar. Hay mucho más poder en perder que en vencer.

Volvamos a Efesios 3, en esto que menciona, “según las riquezas de su gloria”, su gloria tiene que ver con el amor. Con el mismo corazón del amor. En el corazón del amor está la humildad.

Acuérdense de cuando estábamos enamorados, mirábamos esta dimensión relacional con gran humildad. No había mucho por lo que luchar. Es más, teníamos solo el deseo de agradar al otro, de estar juntos, de estar de acuerdo, de estar siempre cerca, de tener el mismo sentir. Debemos comprender cuál es la naturaleza de esta gloria que tiene que ver con la revelación, y aplicarla a nuestras relaciones.

Efesios dice: “según las riquezas de su gloria”, esta gloria es muy rica (tal vez en algún otro momento volvamos a hablar sobre esto). Y también señala que se aplica mediante su Espíritu que esta en los suyos. El Espíritu que está en el hombre interior que tenemos, del que nos aferramos. Tenemos que abrazar esta gloria, lograr esta gloria, procurar las riquezas de esta gloria, y transferirla a las relaciones a través de su Espíritu. Es preciso hacerlo de una manera relacional, no de un modo conceptual y abstracto, sino en esa relación de uno a uno con el Espíritu Santo en el hombre interior, entramos en esa relación y somos fortalecidos. Cuando somos débiles, cuando nos sentimos desconfiados, cuando tenemos vergüenza, en todas estas situaciones negativas, más que reaccionar tenemos que entrar en el interior de nuestro ser y desarrollar un dialogo interior con el Señor.

En el versículo 17 dice: “que habite Cristo”.

Esta es la forma en que se edifica Cristo dentro de nosotros. Cristo crece dentro de nosotros a través de la revelación, de la comprensión y de la toma de posición de la gloria de Dios que se ha manifestado en Cristo. Esa es la segunda consideración que hemos hecho.

Y la finalidad es ser fundamentados, arraigados y afirmados en el amor. El amor se establece a través del ejercicio del mismo tipo de gloria que ha ejercitado Cristo. La gloria que hemos visto en Cristo es de esta naturaleza. El perfil de Cristo es un perfil de humildad, de servicio, de mansedumbre, de misericordia, de ternura. ¡Qué veamos que se construye en nosotros! Y la finalidad de esto es ser capaces de avanzar junto con todos los santos a mayores dimensiones.

 

  1. Nuestro matrimonio existe para los demás

Así que nosotros entendemos también que el matrimonio y nuestra vida matrimonial no se debe cerrar dentro de un círculo de egoísmo; porque podemos sustituir el egoísmo de la persona por el egoísmo de la relación matrimonial. Como decía D. Bonhoeffer: “Nuestro matrimonio es para otros”. El hermano Ángel Negro nos ha mencionado que uno de los fines del matrimonio es crear, es generar vida y proteger la vida, pero no solo eso , tiene otra finalidad también: bendecir al prójimo, compartir nuestros dones y recursos.

En este trabajo de salir fuera de nosotros mismos, en servir a los otros espiritualmente, materialmente, psicológicamente, abrazamos dimensiones cada vez más amplias de la vida. Es un error pensar que nosotros solos podemos captar y contener todo el amor de Dios. Precisamos a los hermanos, precisamos de la comunidad, precisamos de toda la iglesia; y el Espíritu continúa empujándonos porque sin él nosotros podríamos alargar cada vez más nuestros brazos. En este sentido podremos realizar experiencias cada vez más amplias y profundas del amor de Dios con todos los santos, con todos aquellos que se donan a sí mismos, con todos aquellos que tienen esa vida de relación con Dios.

De esta manera andamos cada vez más cerca de la experiencia de la plenitud de Dios, para que finalmente sean todos llenos de la plenitud de Dios, porque la plenitud de Dios son las relaciones, la plenitud de Dios es amor, la plenitud de Dios es simple, porque Dios es amor. Por eso cuanto más exploramos el amor tanto más disfrutamos.

 

  1. El matrimonio y la cruz

Sin embargo, como todos sabemos, la experiencia del amor se debe hacer pasar siempre a través de la experiencia de la cruz. Es importante que no rechacemos la experiencia de la cruz. En la vida del matrimonio debemos abrazar el camino de la cruz porque ese es el camino del amor, es el camino de la gloria conjugado del modo que hemos dicho hoy. De este modo abrazamos. De esta manera él es glorificado.

¿Cuál es la conclusión?, la bendición esta ligada a las relaciones, si rechazamos las relaciones, rechazamos la bendición. Dentro de la pareja o dentro de la iglesia. Lo importante es que tengamos el deseo porque esto es lo que Dios nos pide.

 

 

  1. El matrimonio: un misterio

También resulta importante tener este horizonte, el matrimonio es un proyecto de relación a imagen de Dios, porque él es relación. El matrimonio es un proyecto de unidad, este misterio es grande como nos lo ha recordado Franca, (Efesios 5).

Si nosotros buscamos una explicación física o psicológica, simplemente no la encontraremos, porque la expresión que utiliza la Biblia para definir al matrimonio es que se trata de un misterio. Es la dimensión sagrada, espiritual, divina a imagen de Dios. No por nada compara la relación matrimonial a la que existe entre Cristo y la iglesia, porque es una relación natural, espiritual, y religiosa en el sentido de que el matrimonio es un proyecto de comunidad. Porque el hombre sabe de su propia soledad. Cuando Dios creó al hombre, le creó mujer porque tenemos la tendencia a aislarnos, a ir por el camino de las diferencias, de la incompatibilidad de carácter, de las tradiciones, de las diferentes idiosincrasias. Dentro del matrimonio llevamos dos potenciales soledades, es importante que adoptemos el concepto de comunidad.

De cualquier modo somos portadores de dos comunidades, dos clanes, dos tradiciones. Somos dos y nos unimos en una tribu, una nueva comunidad. Es importante que aceptemos el desafío de cambiar. No podremos desarrollar la nueva comunidad sino somos transformados, debemos estar atentos, porque existe el riesgo de que uno de nosotros quiera conformar su propia tribu y a veces el carácter no nos ayuda, porque tiende a prevalecer el carácter más fuerte.

Es importante que nos complementemos. Cuando yo miro a mis hijos, digo: “¡Ah es un Traettino!”, pero después agrego: ¡Ah es Landolfi!”. Tiene elementos de Traettino y de Landolfi, y está bien que sea así. Porque algunos de mis hijos tienen la frente mía y la nariz de mi esposa. Mi sonrisa pero las orejas de mi esposa, y ésta es la nueva comunidad.

Por lo tanto la unidad es estratégica dentro del matrimonio y Dios lo ha creado como un lugar único para experimentar la unidad. Porque dentro del matrimonio entramos en la dimensión física, psicológica, espiritual; todo nuestro ser entero se mete dentro del matrimonio. El desafío es buscar la vida en el plano físico, psicológico y espiritual, así que es importante la unidad espiritual; pero no suficiente. Podemos ver la unidad espiritual. Podemos ver un matrimonio sufrido en lo psicológico porque tienen dificultad en lo psicológico.

Es un desafío incluir todos estos aspectos y llevarlos dentro del matrimonio para alcanzar ahí esa unidad. Así que el matrimonio es un laboratorio, el primer laboratorio para la construcción de la unidad, para la transformación de nuestra vida, para ser transformados a la imagen de Cristo.

 

  1. El matrimonio: escuela de formación

Antes de la iglesia, antes del curso de discipulado; la relación con la esposa o con el marido es el espacio estratégico para la construcción de nuestra humanidad, para la edificación de nuestra vida espiritual y ministerial.

Al final la Biblia es inteligente cuando dice que los ministros tienen que tener una familia en condiciones. La familia es la vidriera, el lugar desde donde se predica la vida. Es muy importante adoptar la familia como ese espacio privilegiado para nuestro crecimiento y formación. Estar dentro de la familia, dentro del matrimonio, dentro de la vida de pareja como el espacio de nuestra vocación fundamental.

Todos se casan, es normal casarse. Sin embargo, para el cristiano la novedad en el Nuevo Testamento es que no es necesario ni obligatorio casarse, uno puede elegir no hacerlo y mantenerse célibe. El celibato es una vocación, así como el matrimonio es una vocación. El matrimonio es el fruto de una elección responsable, con conocimiento, porque hemos explorado, investigado y creemos que la voluntad de Dios para nosotros es que nos casemos.

 

  1. El matrimonio: una alianza

También es el lugar del llamado de Dios en el que tanto el hombre como la mujer se juegan el significado de su propia existencia. Entonces, fundados sobre esta comprensión del matrimonio como vocación, surge la comprensión del matrimonio como alianza, una comunidad en la que hay relaciones comprometidas, como ha dicho alguno, una comunidad de destino. Ya no tenemos más dos destinos, tenemos uno solo. Se trata de una comunidad de destino. Esto es lo que nos permite avanzar en el proceso de santificación y de transformación. Este es el plan A de Dios y no hay plan B.

Es muy importante que nos mantengamos dentro de esta convicción cuando surgen las dificultades, cuando surgen los problemas, cuando realmente no puedo soportar a mi marido, cuando lo último que desearía es que estuviera aquí.

Es importante que recordemos que el Señor está de parte nuestra, el Señor está del lado del matrimonio. El Señor ha invertido en el matrimonio. Es importante que nosotros seamos fieles para que él pueda venir, sanar, restablecer, consolidar. El ancla está ligada a la voluntad de Dios.

¿Señor qué deseas de mí, independientemente de las actitudes de mi esposo o mi esposa? ¿Qué es lo que me pedís a mí cuando mi marido no se porta bien, cuando mi esposa no se comporta como debe?

Tenemos que buscar la aprobación de Dios, porque muchas veces buscamos nuestra propia satisfacción y la de aquellos que nos rodean, ¿pero de qué modo lo hacemos? Ocurre que aun en la búsqueda de la voluntad de Dios, lo hacemos por un tiempo pero no somos constantes. Buscamos un día o una semana, pero después volvemos a lo nuestro y cada uno va tras su perspectiva, independientemente. Quiere realizarse sin preocuparse por el otro, y reafirmamos nuestros derechos sin preocuparnos por el otro. El matrimonio no es un deporte individual, es un deporte de equipo, de tándem.

Generalmente cuando tratamos de realizarnos nosotros mismos, independientemente de nuestro cónyuge, producimos heridas aun como pastores. Lastimamos a nuestra esposa porque estamos procurando alcanzar nuestro propio objetivo. Yo, por ejemplo, he cometido estos errores con mi esposa en algunas etapas de mi vida. Porque estaba tan enamorado de la iglesia que me olvidaba de ella, y este es un problema, como señalaba mi esposa en las recomendaciones que ha hecho a los maridos. Esto produce heridas en el matrimonio y finalmente se traduce en un daño sobre el ministerio. Por lo tanto debemos procurar corregir esos aspectos de la vida en los que somos independientes. Estar dispuestos a mejorar rápidamente la relación con nuestra esposa o con nuestro esposo.

 

  1. El matrimonio y la verdadera libertad

En el matrimonio, la bendición es hija de la libertad de espíritu, la libertad de la ley, y la libertad de la anarquía, de tomarnos licencias. La Palabra dice en Gálatas 5.15: “Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no sea que acaben por destruirse unos a otros”. Un marido severo, legalista que impone ritmos exagerados a su esposa, a sus hijos, es un peligro para el matrimonio. Aunque los principios sean buenos, pero si no están aplicados con gracia no serán beneficiosos. Tenemos que aplicarlos con gracia, con flexibilidad, con misericordia porque trabajamos con materiales frágiles. Nosotros mismos somos materiales frágiles, y también queremos ser tratados con gracia. Pero muchas veces como maridos y como padres tratamos a nuestras esposas e hijos con una severidad excesiva. Por otro lado, también dice Gálatas 5:13: “No uséis la libertad como ocasión para la carne”. Por lo tanto corresponde buscar el justo equilibrio, que está acá adentro, en la relación con el Espíritu Santo, el Espíritu Santo es la nueva ley. Es la ley del cristiano. Es la ley del Nuevo Testamento. Es la ley escrita en nuestros corazones. En la medida en que estamos en relación con el Espíritu Santo, desarrollamos el oído del discípulo que dice el profeta y estamos en condiciones de trazar el camino que esta hecho de gracia, de humildad, de misericordia, con mansedumbre.

Estas son cosas muy fáciles de decir pero muy difíciles de realizar, y a veces se requiere de una vida entera para alcanzarlas, para poder llegar a tener esa alegría de corazón.

Cuando somos jóvenes somos muy directos, dirigimos todo, somos fuertes y toma años llegar a esta sabiduría interna del corazón. Cuando nos hacemos viejos nos vamos dando cuenta de cuán importante es el equilibrio, aún en el ejercicio de dirigir y llevar adelante la familia.

Como dice la Escritura: “Servíos por amor los unos a los otros”. Por tanto de esta manera somos libres de amar y de servir porque donde está el Espíritu del Señor allí hay libertad para no caer ni en la trampa del legalismo ni en la del libertinaje.

De esta manera la santidad y el carácter se pueden desarrollar a través de las relaciones con el Espíritu Santo y con la esposa, o con el marido, para ser cada vez más libres.

 

Conclusión

En este camino que hemos hecho juntos, procuramos y aprendimos a estar siempre unidos, ha sido un proceso, y hemos compartido cosas que implicaban el riesgo de ser juzgados o condenados, sin embargo, abrirnos ha sido una conquista, un camino. Es importante que comprendamos que es un camino, que es un proceso y que debemos aceptar y continuar este sendero sabiendo que hay un progreso. Tenemos que seguir adelante a partir del punto al que hemos arribado sabiendo que Aquel que comenzó en nosotros la buena obra será fiel en completarla.

Concluyo diciendo este es nuestro kairos como matrimonio. Mi esposa y yo tenemos esta oportunidad, este momento de darle sentido a nuestra vida, es importante que lo vivamos bien a fondo aceptando las diferencias de este matrimonio, de esta historia que es nuestra historia, y que es la historia que Dios ha pensado para nosotros. Esta es la historia que da un significado a nuestra vida como personas, como comunidad, y dentro de la gran comunidad de la iglesia.